DE LO PROHIBIDO IV

ERES MI FANTASÍA

Tendido sobre las sábanas,
con el cosquilleo del sudor
recorriendo mi húmeda piel,
con la caricia de tus labios
resonando aún sobre el badajo de mi sexo,
jadeante y con los pulmones ardiendo tras el esfuerzo,
mientras la última gota de perla líquida
resbala desde el extremo de mi cuerpo
que es mi glande,
te observo.

Me pierdo en el mapa de tu cuerpo,
en ese conjunto de líneas perfectas
que se entrecruzan para formar rectas y diagonales,
para crear un paisaje que nunca antes
pincel alguno hubo retratado,
en el que mis ojos se convierten
en cámara fotográfica
con la que inmortalizar este instante,

con los que capturar esta esencia tuya
antes de que se desvanezca en el pasar del tiempo.


Veo cómo la brisa lame tu piel,
perlada por una constelación de gotas de sudor
que emiten tenues y casi imperceptibles arcoíris
sobre el tapiz de tu dermis perfecta,
sobre el beso que la luz describe sobre ti,
fomentando mi deseo,
haciendo renacer en mí
el fuego de la lujuria
y el deseo de extinguirlo
con el agua de tu cuerpo.

Te imagino con  las muñecas fuertemente
atadas para que pueda sentir y recibir,
pero no dar ni mitigar,
con los ojos vendados
para que sea tu ceguera
la fuente de la que mane
el geiser de tu creciente pulso sexual,
con la piel erizada
por el estímulo de mi simple presencia,
sin más ropa que nuestra propia ansia,
sin más pensamiento
que nuestros propios y más oscuros deseos.


Entretenerme con tus curvas,
lamiendo la capa de dulce
que te recubre,
que te compone,
sintiendo cada espasmo eléctrico que te sacude,
cada instante en el que tus pezones se endurecen
y se vuelven más y más erectos para saludarme,
para recibir los labios mamones
y los dientes inquietos con los que pretendo roerte,
con el aroma a salado del mar
que ocultas entre los pliegos de tu vulva,
tan salada,
tan dulce,
tan excitante,
tan adictiva a mis labios.

Y hundir mi lengua
hasta lo más profundo de ti,
y sumergir con ella
todo mi rostro entre tus piernas,
como si no hubiera un mañana,
como si no hubiera un hoy,
como si esa oscuridad rosácea
que ocultas en tu interior,
esa húmeda calidez en la que chapotear,
fuera la única fuente de mi sustento,
mi único aporte de aire.


Volver a escuchar tus gemidos
en mis oídos sin verte gemir,
reproducirlos en mi mente una y otra vez,
sin descanso,
incesantemente,
la secuencia de una película inacabada
el fragmento favorito de un niño travieso
que sueña con tus piernas,
con tus pechos,
con tu sexo.

Y como un niño travieso
juego conmigo mismo
ante tu atónita mirada,
con una sonrisa divertida en los ojos,
con un jadeo de sorpresa en la garganta,
sorprendida por mi inesperada arrancada,
por verme paladear con los dedos mi miembro,
palpitante atrapado en mi mano,
mostrando su brillante cabeza ungida
por el óleo de un flujo
que va emergiendo de lo más profundo de mí.


Y jadear mientras mi cuerpo se estremece,
agitarme sacudido por oleadas de placer
mientras mi mano se va agitando y acelerando
cada vez más y más
hasta casi convertirse en una sombra
borrosa y difuminada
sobre mi pelvis,
mientras surge el estallido de mis entrañas,
mientras mi verga se convierte en un volcán
del que no cesan de manar las gotas de mi placer,
mientras me devoras con tu ávida mirada,
en silencio, prometiéndome en silencio
mil pecados nuevos por descubrir
entre los dos.




© Copyright 2014 Javier LOBO. Todos los derechos reservados.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Maravilloso!!!. Intenso y muy profundo. Deseos que llegan al alma. TE FELICITO.

Mary Ann Geeby dijo...

Siempre me gustan tus escritos. Y también las imágenes. Gracias por compartirlos.
También quiero decirte que te hemos echado de menos.
Un beso

Unknown dijo...

Disfruto mucho leyéndote. Tan descriptivo, tan sensual, tan excitante ¡Felicidades!

Beato falso Blog en español and also in English dijo...

Xavier, has conseguido desmitificar la casi imposibilidad de una segunda eyaculación tras el acto sexual. Has relatado de forma exultante la masturbación masculina ante una mujer también deseosa de volver a sentir la herramienta de la piel masculina en su seno. Agitas el deseo femenino de estar en su lugar, de disfrutar de lo que esa afortunada ve y siente, pero por encima de todo, de ser poseída por ese semental al que ya me tienes acostumbrada y que le gustaría al tal Grey parecerse. Este me lo guardo en mi carpeta privada...Petó

 

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