LA INSINUACIÓN DE TU PIEL

LA INSINUACIÓN DE TU PIEL

Eres la insinuación de mi deseo,
anhelo oscuro que se adueña de mi alma,
quebrando mi voluntad,
derritiendo mis sentidos,
convirtiendo mi convicción en puré,
mi alma en el lobo aullante
que anhela ser tu más oscuro invasor.

La insinuación de tu piel
es un relámpago ambarino
que me deslumbra al alba,
haciéndome envidiar ese haz de luz que te lame,
lentamente,
sin prisas,
sin pausas,
deleitándose en el sabor de tu piel,
en ese néctar que no puedo probar aún.

Imagino el momento en que nos juntemos,
entorno los ojos soñando nuestra conjunción carnal,
ese momento en que te desnudes para mí,
en silencio,
haciéndome estremecer,
convirtiendo mi parte más vil e íntima
en un fragmento de dorada gloria,
pesada y firme como una espada,
deseando hundirse en tu carne,
de perderse en tu interior,
llave que abre el pórtico
al placer más extremo e intenso.

Nuestro ayuntamiento silencioso,
nuestro chapoteo más deseado,
la pasión más prohibida,
el deseo más ardiente,
son los telegramas que,
sin repicar,
intercambiamos con nuestras miradas,
al otro lado de nuestras vidas,
separados por un universo,
escribiendo en silencio,
con tinta invisible en papel etéreo,
las página de un relato erótico
con el sudor de nuestro deseo
y los flujos de nuestros sexos.

El roce de nuestros labios
es una caricia de mariposa,
el chapoteo de nuestras pelvis en gimnasia
agita el cosmos,
nuestros jadeos se contienen con esfuerzo sigiloso,
en un intento por no despertar al mundo
que duerme a nuestro alrededor,
mientras beso cada palmo de tu piel,
mientras mordisqueo tus rebeldes pezones,
hendiendo bizarro con mi verga tu vulva
hasta que la espuma de Venus
se convierte en dolor
y el dolor se supera
hasta alcanzar
un nuevo nirvana de placer
entre tus piernas.

Y cerrar los ojos
mientras unimos nuestros labios
en un postrero beso,
en silencio,
sigilosos,
hablando un lenguaje sin palabras
que solo tú y yo comprendemos,
enmudeciendo a la creación,
deteniendo el reloj del orbe,
sincronizando los latidos de nuestros corazones.



© Copyright 2014 Javier LOBO

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