RELATO "MI SONRISA"

Relato "Mi Sonrisa", publicado originalmente en "Secretos de R'Lyeh", el 28 de febrero de 2015.
Espero que lo disfrutéis.

Sugerencia musical: Hello Zepp (Saw Theme Song), de Charlie Clouser.

 

MI SONRISA

El chico estaba sentado en una silla desvencijada que crujía de manera lamentable cada vez que su torso oscilaba en un torpe intento por no volverse a caer.

"No tienes derecho a vivir", le dijo su captor.

El muchacho escupió una flema sanguinolenta al suelo.

"Elige: cuchillo, tijeras, electricidad, o tenazas. Yo no me decido", rió.

El chico miró con detenimiento la bandeja que tenía ante sí, observando el brillo de las hojas en contraste al aspecto deslucido u oxidado de las herramientas.

"No te doy miedo, ¿verdad?", balbució el joven.

"Cierto".

"Bueno, supongo que será porque sonrío muy poco. Espera, te voy a mostrar mi sonrisa de verdad", tosió el chico, mientras tomaba las tijeras y se las metía en la boca.



Comenzó a cortar el tejido a toda velocidad, sin expresar el más mínimo atisbo de dolor en su rostro, sin que un quejido escapara de su garganta.

No apartó la mirada de su captor ni un solo instante.

El otro, por su parte, tenía la mirada desencajada, horrorizado y asombrado a partes iguales. Normalmente, ninguna de sus víctimas se resistía, siempre elegían el método más rápido e indoloro, o comenzaban a suplicarle la muerte enseguida.

Pero él no.

Ni una palabra.

Ni una queja.

Sólo el sonido de la sangre goteando en el suelo, a sus pies, el chapoteo de los trozos de carne al caer, y aquella mirada...

¡Oh, aquella mirada...!

"Bueno, creo que ahora sí estoy mejor", dijo el joven, incorporándose sin mostrar el menor atisbo de agotamiento tras los días de torturas a las que había sido sometido.

Curiosamente, su físico, antes con apariencia de desnutrición, ahora mostraba un cierto grado de musculación, con venas palpitantes bajo la piel.

"Espero que te guste mi sonrisa. Es la que pongo cuando tengo hambre", afirmó mientras mostraba sus dientes empapados en sangre.



De pronto, el asesino se sintió muy pequeño. Un momento, no era eso, no. Ahora el chico medía mucho, mucho más. Casi rozaba el firme del techo, a tres metros y medio del suelo.

"Se acabó", señaló aquella criatura, con una voz profunda y cavernosa que nada tenía que ver con la del gimoteante muchacho al que había estado golpeando y quemando durante días.

Y, sin decir nada más, mostrando aquella sonrisa sanguinolenta llena de afilados dientes, se abalanzó sobre su torturador, chascando las mandibulas en busca de un alimento que saciara aquel hambre.

© Copyright 2015 Javier LOBO.Todos los derechos reservados.

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