Espero que lo disfrutéis.
QUIERO SER ETERNAMENTE BELLA"
Era
hermosa. Muy hermosa, y lo sabía. Causaba el deseo y la necesidad entre
hombre y mujeres por igual. No había ser humano que no pudiera caer
rendido a sus pies. Como un Dorian Gray moderno, se había entregado a
todos los vicios y placeres que una mente pudiera imaginar, llegando a
inventar algunos nuevos en el camino.
Pero
en el camino también habían quedado sembrados los despojos de su
ambición ilimitada, de su ansia de poder insatisfecha, de su sed
inconsumible.
–¿Preparada para encontrarte con tu destino? –le dijo él, con una dulce sonrisa en los labios.
–No estoy preparada –gimió.
–Ya no tienes más tiempo. El Hades te reclama, y yo soy su mensajero. No puedo regresar sin tu alma a los infiernos y mostrarme ante mi amo sin nada que ofrendarle.
Sus ojos demoníacos parecían estar robándole el alma.
–Por favor, quiero ser eternamente bella –suplicó.
–Descuida –prometió su asesino tocándole el rostro con un dedo–, lo serás.
Y apretó el dedo contra su faz hasta que le salió por su nuca.
Por
eso, se sorprendió cuando abrió un correo desconocido en el que había
un enlace con una noticia y el texto la golpeó sorpresivamente.
Era su propia esquela.
Marginalmente,
aparecía una noticia en la que se mencionaba que su cuerpo sin vida
había aparecido en un sucio callejón sin rostro y que sólo la aparición
de su DNI incrustado en su vagina y una prueba de ADN habían podido
confirmar su verdadera identidad.
Casi se emocionó.
Sintió un estremecimiento.
Por fin volvía a sentir algo.
Era un desafío que le planteaba la vida. El desafío definitivo.
Escribió una réplica en su ordenador:
"Te
espero esta noche a las nueve en la terraza de mi ático para cenar.
Espero que seas capaz de sorprenderme con tu entrada, porque no pienso
dar orden de que te abran la puerta".
Y se sentó a esperar a que fueran las nueve de la noche.
La
noche se cernió sobre la ciudad como una manta de fuego que dio paso a
una oscuridad salpicada de luces que se movían inquietas como
luciérnagas a sus pies. Fumaba plácidamente un cigarrillo y se deleitaba
de cuando en cuando paladeando lentamente un sorbo de oscuro vino.
–Falta una copa– dijo una voz profunda de timbre musical–. La mía.
Se
dio la vuelta sobresaltada con el corazón latiéndole con impetuosa
furia en el pecho. No podía ser. Le había dicho al conserje que no
quería recibir visitas aquella noche, tenía puesta la alarma en toda la
casa. No había más puntos de acceso en el inmueble.
–¿Preparada para encontrarte con tu destino? –le dijo él, con una dulce sonrisa en los labios.
–No estoy preparada –gimió.
–Ya no tienes más tiempo. El Hades te reclama, y yo soy su mensajero. No puedo regresar sin tu alma a los infiernos y mostrarme ante mi amo sin nada que ofrendarle.
Sus ojos demoníacos parecían estar robándole el alma.
–Por favor, quiero ser eternamente bella –suplicó.
–Descuida –prometió su asesino tocándole el rostro con un dedo–, lo serás.
Y apretó el dedo contra su faz hasta que le salió por su nuca.
© Copyright 2015
Javier LOBO. Todos los derechos reservados.
0 comentarios:
Publicar un comentario