EL SILENCIO EN
LA INMENSIDAD
Me deslizo
como un beso en la piel,
en la
oscuridad,
en
mitad de la noche,
cuando
todo es silencio,
donde
todo es quietud,
donde
la luz se disuelve
y los
colores se difuminan.
Rodeado
por el silencio eterno,
viendo los
fantasmas de las corrientes,
acompañado
del siseo de mi respiración.
Me deleito
observando la ascensión
de las
burbujas hacia el cielo,
brillantes
como gotas de mercurio en suspensión,
con
vida propia.
Ya no
hay frío,
Ya no
hay miedo,
Ya no
hay peso, ya no hay vértigo.
Sólo la
quietud.
Sólo el
silencio.
Bebiendo
de la fuente de la vida,
uniéndome
a ella,
dejándome
arrastrar a su antojo,
marioneta
manejada por sus dedos invisibles
moviendo
hilos eternos.
No hay
ruido.
No hay
prisas.
No hay
miedos.
No hay
inquietudes.
Sólo el
silencio.
Sólo la
calma.
Y la
inmensidad eterna
que me
recibe con gozo
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