LEJANÍA DE LA ETERNIDAD

 LEJANÍA DE LA ETERNIDAD

Va pasando el tiempo
y cada día te echo más de menos,
cada instante tengo un recuerdo,
desempolvo aquello que creía olvidado
y los acontecimientos más lejanos,
aquellos que dudé que hubieran ocurrido,
vuelven a desfilar ante mis ojos,
más brillantes y vívidos que nunca.

Va pasando el tiempo y,
por más que intento acostumbrarme a que me faltas,
no lo logro.
Escucho tu voz
a cada repicar de las campanas del reloj,
veo tu sombra soslayada
en cualquier rincón de la casa,
no me atrevo a girarme
cuando pasamos por el parterre
cuajado de flores de diversos colores
y espero escuchar tu voz
gastando la última broma,
apareciendo por la esquina encalada
para despedirte una vez más,
una penúltima para que no fuera la última,
pero ya no sucede.

Va pasando el tiempo
y la herida no cierra,
sigue sangrando,
más despacio,
más lentamente,
pero continúa exanguinándome lentamente,
en un intento por terminar de acostumbrarme
a tu ausencia perpetua,
a no poder escuchar tus consejos,
a no poder volver a abrazarte.

Corren los segundos,
caen las gotas de agua en el cuenco,
se precipitan los granos de arena en el vientre de cristal,
gira la sombra en el suelo en sintonía con el sol,
pero nada de eso me devuelve tu presencia,
ni calma mi alma,
a pesar de que me hablas a cada momento
con voz silenciosa,
en los acontecimientos que se suceden,
en las reflexiones que escucho en mi mente,
siempre con tu voz,
grave y profunda,
amable, amiga y tranquilizadora,
inundando mis oídos
desde la lejanía de la eternidad
en la que me esperas.



© Copyright 2014 Javier LOBO

 

Flickr Photostream

Twitter Updates

Meet The Author