LA VISIÓN DEL FUEGO

LA VISIÓN DEL FUEGO

Colgado sobre el vacío
por cadenas incrustadas en la carne,
el augur mira al profundo negro
salpicado por las lenguas de fuego
que ascienden hacia él,
observando con ojos muertos
lo que está por venir,
interpretando los signos
que las llamas revelan
con una mente que hace eones
dejó de funcionar.

Vive sin vivir,
y muere sin morir,
esperando,
aguardando un momento
exclusivo para él
que nadie más
puede conocer.

No sabe qué hace allí,
ha olvidado cuánto tiempo
lleva suspendido
sobre la eternidad
por las cadenas
que le desgarran la carne,
y hace mucho que la sangre
dejó de fluir por sus venas,
no siendo más
que un polvoriento recuerdo
en las mismas.

Sólo sabe que debe esperar,
aguardar,
mientras se pierde en la contemplación
de la visión del fuego,
sobre el futuro por venir
y los horrores por descubrir.

La cópula del Cielo y el Infierno,
ángeles y demonios,
fuego y hielo,
Bien y Mal,
en una danza fantástica y letal,
donde los ejércitos
se enfrentan en silencio,
dejando miles de bajas a su paso,
donde los campos son arrasados
y la vida exterminada,

donde las cenizas de la destrucción
dejan paso a nuevas formas de vida,
donde los ciclos se repiten
una y otra vez sin cesar,
como el giro de una peonza,
como la mecánica celestial,
desplazando galaxias a su paso
mientras los microorganismos más elementales
permanecen ajenos al movimiento universal.

El augur quisiera llorar
y no puede
pues sus lágrimas están secas.
El augur quiere gritar
pero no puede,
pues su lengua está muerta.
El augur quiere desaparecer,
pero no puede,
pues es el guardián del portal entre los mundos.

Y ahí debe permanecer,
eternamente,
contemplando el devenir del sino
en la profética visión del fuego.



© Copyright 2014 Javier LOBO

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