NOSTALGIA

NOSTALGIA

Hoy os he visto,
los ojos cerrados,
el alma abierta,
ventana por la que se colaba
sin timidez alguna
una luz inmaculada
y un sabor diferente de la vida.

Os he visto con los ojos del alma,
sintiéndoos a mi lado,
sintiendo el calor de vuestros cuerpos,
el resonar de vuestras voces en mis oídos.
Hemos vuelto a reír,
nos hemos abrazado
como hace tantos años que no lo hacíamos,
hemos llorado juntos,
las carcajadas han ascendido a los cielos,
el tiempo detenido,
el ayer que era hoy,
sin mañana a la vista.

Hemos recorrido juntos
una ciudad que parece mágica,
puerta a Europa,
cosmopolita desde que el mundo tiene memoria,
viva de noche y de día,
cúmulo de cultura
y enriquecida culturalmente.
Me habéis llevado a conocer el barrio gótico
anclado en las sombras y los horrores del ayer,
vigente su magia entre los poros de sus pétreos bloques,
observados en silencio por sus gárgolas,
inspirador de toda una cultura literaria y narrativa,
donde los aquelarres volvieron a prenderse hace unos años,
olvidadas sus ascuas tras milenios de frío silencio,
y ahora rugen las hogueras
en su corazón de piedra.

Me habéis maravillado
con la visión del arquitecto
que erigió catedrales, parques y casas,
soñó con dragones,
jugando con los volúmenes,
deslumbrando con los esmaltes,
diseñando un coloso que se eleva a los cielos,
aparentemente derretidas sus fachadas,
que van mostrando,
a medida que nos acercamos con trémulos pasos,
sus maravillas ópticas,
los engaños que a la luz somete,
donde lo fundido se va erigiendo
paulatinamente en figura orgullosa,
adquiriendo volumen y forma
como un fantasma en la penumbra
según el viajero se va acercando.

Nos subimos al Tibidabo,
dominando con la vista la urbe,
que se extiende hasta el mismo Mediterráneo,
confundiéndose cielo y mar con tal pureza
que la misma línea del horizonte queda difuminada,
quedando maravillado por sus líneas y orden de día,
y por las luces de la ciudad de noche,
cuando el cielo se impregna de dorado
y las aguas parecen oro fundido,
como cantó el alto juglar de tupé orgulloso
mucho tiempo ha,
cuando yo aún era un tierno muchacho.

Hemos caminado por sus calles y ramblas,
disfrutado de su arquitectura y su ambiente,
de sus gentes,
pero sobre todo volvimos a estar juntos
tras tantos años separados,
retomando conversaciones apagadas,
compartiendo conocimientos,
ampliando horizontes particulares,
disfrutando de nuestro querer de amigos
una vez más.

Abrí los ojos
y sólo hallé oscuridad.
Abrí los ojos
y me desperté en mi cama.
Abrí los ojos
y comprendí que todo era un sueño.
Abrí los ojos
y las lágrimas quisieron estallar al instante en mí,
apesadumbrado por volver a mi realidad.
Abrí los ojos
y sentí la alegría en el corazón
de haberos visto y sentido una vez más,
de haber hecho planes juntos,
de habernos querido como en los días de ayer,
disfrutando el destilado de amistad
que se vive en esos días
y que se pierde en el correr del tiempo.

Hoy me siento
un poco más feliz.

Mañana espero
poder volveros a abrazar
una vez más.



© Copyright 2014 Javier LOBO

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