PERDICIÓN

PERDICIÓN

El sol se desnuda de luna
y se convierte en oscura noche.
El atardecer cae como
cae el hacha del verdugo,
tiñendo el mundo de rojo
antes de las tinieblas.

El mundo se detiene
muy lentamente
y contiene el aliento.
Comienza el ciclo de la perdición,
el momento de la condenación,
la cuerda de presos
para el juicio sin remisión.

Rugen las bestias en las cavernas,
chillan los humanos en las calles,
los ángeles caen a los Infiernos,
los demonios ascienden a los Cielos,
el cálculo terreno
se confunde con el divino y el maldito.

Posas ante mí,
con gracia elegante,
beata e inocente,
pero sólo yo veo
más allá de las vestiduras,
del afeites y de la piel.
Veo tu verdadera naturaleza,
maldita y demoníaca,
tentadora más allá de lo comprensible,
ondina en las aguas,
sirena en el mar,
súcubo en mis sábanas.



Sólo tú ves mi forma real,
oni aguardando a devorar tu alma,
djin danzando en las llamas,
íncubo bajo tu piel.

Arrodíllate y desnúdate
ante mi templo.
Bebe de mi cáliz.
Haz desbordar mi ser.

El humo del cigarrillo en tu mirada
es una advertencia,
un límite que me adviertes que no traspase,
pero no me importa.
Quiero ser irreverente,
quiero ser pagano,
quiero ser hereje ante lo sagrado,
anatema en un texto sacro,
demonio entre ángeles,
pecado en tu boca,
marca de Caín en tu frente.

Seamos pecado y perdición,
seamos marea de dolor,
seamos océano de placer,
seamos todo lo que queramos ser,
pero choquemos nuestros cuerpos,
derramemos nuestros placeres
el uno en el vaso del otro,
y seamos una sola alma,
y que ángeles y demonios se estremezcan
ante el fuego de nuestras almas.



© Copyright 2014 Javier LOBO

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