ROSA DE DOLOR
Te sientas
en la oscuridad,
iluminándome con tu visión,
con el dolor clavándose en mi piel a cada instante,
como espinas negras de una rosa de dolor.
Aguanto
en la oscuridad
las embestidas del rinoceronte ciego
que es la ira,
del
descontrol que supone
amar un ascua incandescente,
de soportar las ponzoñosas
espinas negras
de una rosa de dolor
entre mis manos
y apretarlas contra el corazón,
hundiéndose en mis carnes,
envenenando mi sangre.
Tengo
que callar y soportar este dolor,
Sísifo aplastado por la roca de su condena,
Atlas encadenado a su maldición,
cargando el peso del mundo sobre mis hombros,
doblegado por el dolor de amarte.
Maldito
bajo el sol,
condenado bajo el influjo de la luna,
soportando esta carga
que
cada vez me dobla más
y más
y más…
Y no
quejarme,
y resistir un instante más.
Un segundo más.
Morir envenenado
por la
ponzoña
de tus espinas negras
de pétalos marchitos
de esta rosa de dolor,
y no morir
pese a que me va
devorando
el alma por dentro.
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